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Azufaifo, achifaifa, achuchaizo, achuchaiza, azofeifa, azufeifo, chinchol, gínjol, ginjolero, jijolero, jinjol, jínjol, jínjolera, jinjolero, jinjoles, jujuba y zofaifo, entre otros. En la cultura china, incluso, es conocido como dátil rojo.

Técnicamente, el ‘Ziziphus zizyphus’ es una especie vegetal de la familia de las ramnáceas, originaria del sur y este de Asia. Parece una aceituna pero sabe a manzana ligeramente dulce.

Es muy apreciado debido a su delicado sabor, su textura crujiente y su piel comestible. Al secarlos se utilizan también para sustituir a los dátiles en las preparaciones culinarias, pues son muy similares.

El azufaifo se ha cultivado y crecido en España desde hace siglos, aunque en las últimas décadas la superficie ha ido retrocediendo. Produce un fruto comestible con aspecto de aceituna, de unos 2 ó 3 centímetros, de forma elipsoidal o globosa, con una sola semilla. La piel es inicialmente de color verde claro y toma un color marrón rojizo cuando está maduro. Cuando está fresco, la pulpa es de verde claro a amarillento pálido, de textura harinosa, parecida a la de la manzana, y dulzona. Existen variedades injertadas que producen frutos de 5 ó 6 centímetros de longitud.

Debido a las características de estas plantas, son capaces de resistir temperaturas gélidas, así como grandes períodos de sequía. No obstante, las azufaifas son plantas que necesitan calor para florecer sus frutos, que alcanzan su maduración durante los meses de agosto, septiembre y principios de octubre. Con motivo de estas condiciones, en territorio español, es habitual encontrarla en zonas secas como Murcia y Almería.

 

Propiedades y beneficios para nuestra salud

El chinchols, que se conoce también como ‘la fruta de la inmortalidad’, contiene numerosos nutrientes, que incluyen el magnesio, el potasio, el cobre, el calcio, la niacina y además cuenta con un mayor aporte de vitamina C que cualquier otra fruta cítrica. Esto fortalece el sistema inmune y evita que se padezcan enfermedades propias de los climas más fríos.

Seguramente alguno de los productos que utilizas con asiduidad incluya esta fruta. Y es que el azofaifo está reconocido como la «fruta de la inmortalidad», puesto que contiene numerosos nutrientes (calcio, potasio, niacina o magnesio, entre otros) y cuenta con un gran aporte de vitamina C (el jinjol es proveedor de grandes cantidades de esta vitamina y supera, incluso, a la naranja en su contenido), que en muchos casos supera al que pueda proveer cualquier otro cítrico. Esto significa que en la mayoría de los casos el azofaifo se puede utilizar para fortalecer el sistema inmune durante las épocas más frías del año. De este modo, lo más habitual es que se tome en tazas de té, que se preparan con el fruto seco y se beben para aliviar la carraspera o el dolor de garganta.

Por otro lado, el fruto de las azufaifas se utiliza para disminuir la presión arterial y, especialmente, en caso de enfermedades como la anemia u otros problemas hepáticos. Además, debido a su gran cantidad de nutrientes y flavanoides (compuestos de origen vegetal que nos protegen de las infecciones), funcionan como antioxidantes, lo cual ayuda a evitar el envejecimiento de las células.

Además de ser beneficiosa para nuestro cuerpo, la semilla del azufaifo se suele utilizar en la medicina china para calmar los nervios y el estrés. De este modo, una taza de jinjoles después de la comida o la cena facilita la conciliación del sueño (si tienes la suerte de echarte una siesta a media mañana, apúntate este dato).

El uso de este fruto permite la rápida cicatrización de heridas y otras lesiones físicas, como eccemas, que se pueden tratar aplicando la pulpa del fruto o las hojas de la planta, siempre lavándolo antes con abundante agua.

Si, en lugar de utilizarlo como recurso para aumentar la cantidad de vitamina en tu cuerpo prefieres enfocarlo a la estética, estás de suerte. Este fruto rojo se suele emplear para mejorar el tono y el color de la piel como complemento a la luz solar. Con una taza de té, tu cuerpo absorberá sus múltiples propiedades y vitaminas que contiene la azufaifa.

En definitiva, si padeces anemia, falta de apetito, diarrea, insomnio, nerviosismo, depresión leve o ansiedad, la azofaifa es el complemento perfecto para tus comidas. Además, es muy beneficiosa para mejorar la función cerebral, hasta el punto de que las semillas del  pueden ayudar a tratar demencia.

Pero no solo se utiliza el fruto, también se emplean las hojas como desodorante de ambientes y como repelente de insectos. Al preparar un té con las hojas del azufaifo es posible también eliminar los parásitos que se alojan en el intestino y que son los causantes de la diarrea.

 

CHINCHOLS

 

Cómo no usar el chinchols

A pesar de que estas especies recopilan un auténtico manual de propiedades beneficiosas, conviene que tengas en cuenta que las azufaifas no solo están compuestas de azúcares y vitamina C, sino también de mucílagos. Esta sustancia viscosa es ideal para frenar el estreñimiento y regulan el tránsito intestinal, puesto que tienen un efecto laxante si se abusa de ellas.

Como hemos dicho, un consumo moderado del chinchols evitará la toxicidad en diferentes órganos del cuerpo, como el hígado y los riñones. Además, el uso excesivo puede ocasionar dolor de cabeza. Tanto las mujeres embarazadas como en fase de lactancia, así como los niños que no superen los cinco años deben abstenerse de tomarlo.

También deben hacerlo los diabéticos, puesto que los azufaifos contienen una cantidad muy alta de fructosa, lo que puede aumentar los niveles de glucosa.

 

Usos culinarios

Gastronómicamente los azufaifos se consumen normalmente al natural, más o menos maduros, como tentempié o pequeño capricho especialmente disfrutado por los niños.

En países como Líbano o Jordania también se toma como aperitivo o incluso como postre tras las comidas, mientras que en otros como China o Corea del Sur se emplea para preparar conservas dulces, vinos o vinagres, entre otros usos.

En nuestro país los jínjoles se han usado como base para elaborar licores caseros artesanales. Para ello hay que esperar a tener una buena cantidad de frutos desecados, que se introducen en botellas y se cubren con algún alcohol dulce, como el anís. Se suelen dejar macerar durante semanas o meses para que el sabor de jínjol consiga sobresalir.

 

Curiosidades

En el Canto IX de La Odisea, Homero relata cómo tres compañeros de Ulises fueron probando el fruto del loto (una especie de azufaifo), que era tan delicioso que hacía que los extranjeros olvidaran su patria, y que Ulises se vio obligado a sacarlos a la fuerza para poder proseguir su viaje.

Plinio escribe que el azufaifo fue introducido en Roma desde Siria en tiempos del emperador Augusto, y que luego se extendió por Europa.

En algunas regiones del Himalaya, los hombres jóvenes se ponen un ramillete de flores perfumadas del azufaifo para atraer a las mujeres. En China, se disponen azufaifas y nueces en el dormitorio de los recién casados como muestra de fertilidad. En Bután, las hojas de azufaifo forman parte de un popurrí que se utiliza para perfumar y limpiar el aire de las casas, así como para ahuyentar las chinches y otros insectos.
En la medicina tradicional se utiliza casi la totalidad de la planta. Desde las raíces hasta el fruto, el azufaifo almacena múltiples e, incluso, opuestas propiedades en cada una de sus partes. En todas ellas se puede encontrar ácido betulínico, un triterpenoide natural pentacíclico que ha demostrado citotoxicidad selectiva contra varios tipos de tumores específicos.

Por si fuera poco, con la madera del azufaifo se fabrican instrumentos musicales de viento, como la tenora, la dulzaina o la chirimía. Una vez se haya lijado la madera, proporciona un sonido limpio y claro, esto es, el necesario para que estos instrumentos suenen como han acostumbrado desde los primeros tiempos de la historia de la música.

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